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miércoles, 28 de octubre de 2009

Mi maestro de modelado - Un observador de la humanidad

Un observador de la humanidad

Con la muerte de Antonio Campillo se acaba la vida de uno de los grandes escultores murcianos de los últimos tiempos. Nacido el 29 de junio de 1925, en el Carril de Los Peretes, del Camino del Badel, era todavía un niño cuando surgió su afición por el dibujo y por el modelado del barro, que recogía de las cercanas acequias.
La Era Alta es el núcleo urbano de sus andaduras infantiles. Asistió a una pequeña escuela, donde el futuro artista tuvo la fortuna de encontrarse con Manuel Fernández-Delgado Marín-Baldo, maestro nacional, gran amigo del pintor Gómez Cano.
En la Escuela de Artes y Oficios fue discípulo de Séiquer, Clemente Cantos y Luis Garay. También contó con las enseñanzas Sánchez Picazo, y, posteriormente, de Juan González Moreno.
En 1946, Campillo, que es becado por la Diputación Provincial junto a Hernández Carpe, marcha a Madrid. Antonio, el joven artista, tiene 21 años y se prepara para el ingreso de la Escuela Superior de Bellas Artes. A diario trabaja en el Casón de Buen Retiro. Dibuja sobre los yesos que conforman la colección de Reproducciones de las esculturas clásicas. Pronto encuentra lugar donde va a poder desarrollar su escultura. Se instala en unos bajos de la calle María de Molina donde monta su estudio, junto a Venancio Blanco, Isidro Antequera, Ramiro Ramos…
De 1947 a 1952, su paso por la Escuela Central de Bellas Artes de San Fernando está plagado de buenas calificaciones y un extraordinario aprovechamiento. «La beca que nos otorgaba nuestra Diputación -recordaba Campillo- era de las mejores de España. Paco Toledo, Hernández Carpe y yo nunca pasamos dificultades económicas». Nunca perdió sus contactos con su tierra natal. En Murcia, el mismo año de conseguir su beca, es premiado en la Exposición de Noveles que se celebra por Fiestas de Primavera. En 1948 consigue un segundo Premio en la Exposición Provincial y dos años después conseguiría el primer premio. En 1955 recibe el gran reconocimiento oficial, con la obtención del Premio Nacional de Escultura Francisco Salzillo.
Formación en Italia
Terminados sus estudios, Antonio Campillo regresa a Murcia. Realiza un viaje a Italia, fundamental para la formación del escultor que repasa toda la historia de la escultura. Durante unos años se establece en su ciudad natal. Le llegan numerosos encargos para realzar obras muy diversas. De este momento es La Purísima realizada para los Capuchinos, una imagen de corte clasicista, formas delicadas y suave modelado en el rostro. Uno de los relieves más interesante es el Descendimiento para la iglesia de Los Barreros. En los años, junto a numerosas obras religiosas, una importante colección de retratos dejan la huella y el testimonio artístico de Antonio Campillo. En 1962 Antonio Campillo se traslada de nuevo a Madrid. Un periodo fecundo que le aleja de lo que ha sido la etapa de su escultura religiosa para adentrarse en la búsqueda de una iconografía personal. Su obra no olvida las grandes enseñanzas de lo mediterráneo, los eternos presupuestos de Maillol, Clará, Bourdelle... pero Campillo se queda con un concepto más íntimo dentro de ese amplio campo de la figuración.
En 1966 marcha a Córdoba, donde obtuvo la cátedra de modelado por oposición. Los pintores Povedano y Bujalante, el doctor Concha Ruiz, el cantaor Luis de Córdoba …son los amigos asiduos a las veladas de flamenco, recitales y encuentros artísticos. En este tiempo se lleva a cabo una serie de actividades en la Plaza del Potro sobre El flamenco en el arte actual. De esta época es el retrato de Pepe el de la Matrona, y toda una serie de trabajos que versan sobre el mundo de los toros y el cante jondo. En 1968 se le encarga a Antonio Campillo el monumento a la Madre, que se colocará en la entrada de Jarandilla, histórica villa que acogió en su castillo a Carlos V. Para Murcia realiza un Mercurio de tamaño natural para la entrada de la Feria Internacional de la Conserva y Alimentación, qu se expone actualmente en la Plaza de San Bartolomé. En 1969 obtiene por segunda vez el Premio Nacional Salzillo por su Venus en bicicleta.
Desde su residencia en Córdoba, Campillo prepara una colección de esculturas que ya iniciara en Madrid y solicita de la Fundación March una beca para desarrollar el proyecto, que le fue concedida.
Poco después fue cuando se le abrieron -como él decía- las puertas de Madrid. El arquitecto del Ayuntamiento de Madrid le pidió que realizara unas esculturas para la fuente monumental de la Plaza de España. Son dos bellos desnudos, hermosos ejemplos de desnudos clasicistas. En 1971 Antonio Campillo pidió la excedencia en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba para dedicarse plenamente a la creación. Los cinco años siguientes serán un tiempo de intenso trabajo y de encargos. Su atracción por los retratos infantiles le lleva a realizar un buen número de ellos. En su estancia en Córdoba profundizó en la anatomía del caballo y en la escultura taurina, tomando como único protagonista al torero.
Medalla de Oro
Vuelve a la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Madrid, donde se reencuentra con los mejores escultores del momento y comparte las clases de modelado y vaciado con César Montaña, García Donaire, con Valverde, con Pepe Toledo… «Soy un observador de la humanidad que me rodea, -ha comentado el escultor-, de ahí salen muchas de mis obras».
En 1999, Antonio Campillo regresa a Murcia. Durante estos años el artista recoge un buen número de premios y reconocimientos, al tiempo que hace constante donaciones de obras propias. El Centro de Arte Palacio Almudí programa una exposición retrospectiva de su obra. Se le nombra Académico de número-fundador de la Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca, Escultor del año por el Cabildo Superior de Cofradías, Laurel de Murcia por la Asociación de la Prensa, Heraldo de Murcia por la revista La Muralla, Medalla de Oro e Hijo Adoptivo de la Villa de Ceutí en el 2003 -cuando se inaugura el museo que lleva su nombre- miembro de honor del Colegio Oficial de Médicos, Medalla de Oro del Colegio de Abogados, Hijo predilecto de la ciudad de Murcia, Medalla de Oro de la Región, Doctor Honoris Causa de por la Universidad de Murcia...
Antonio Campillo se encuentra, sin duda, entre los grandes artistas murcianos, también mucho más allá de los siglos que lo han visto vivir, y en los que más de cerca se contempla su obra ejemplar.

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